⚡ Máximo San Román: El Presidente que Nunca Gobernó 📅⚖️

La historia de Máximo Hildebrando San Román Cáceres es uno de los episodios constitucionales más singulares y dramáticos de la política peruana. Ingeniero mecánico, empresario metalmecánico y primer vicepresidente de Alberto Fujimori, terminó siendo presidente legítimo según la Constitución de 1979, pero sin fuerza, sin respaldo y sin país que gobernar.

Su figura es un recordatorio inquietante de lo que ocurre cuando la ley dice una cosa y el poder real dice otra.

Orígenes: El Ingeniero Cusqueño que Construyó Máquinas y Sueños ️

Nació el 14 de abril de 1946 en Cusipata, Cusco, en una familia andina que valoraba el trabajo duro y el esfuerzo constante. Su formación técnica lo llevó a Lima, donde estudió Ingeniería Mecánica en la Escuela Nacional de Ingeniería Técnica (ENIT) de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI).

No era político de nacimiento:
era hombre de fábrica, de fierros, de engranajes.

Fundó Industrias Nova, una empresa metalmecánica que fabricó maquinaria para panaderías y equipos industriales, llegando a exportar a más de 30 países. Su ascenso se convirtió en ejemplo del emprendedor provincial que triunfa con taller, innovación y disciplina.

La Alianza con Fujimori: Dos Mundos que Nunca Calzaron

En 1990, Alberto Fujimori, entonces un outsider sin maquinaria política, necesitaba rodearse de figuras técnicas y respetadas.

San Román era ideal:

empresario exitoso
ingeniero respetado
representante del Perú andino
figura moderada y confiable

La dupla Fujimori – San Román ganó las elecciones, pero la relación fue tensa desde el primer año.

Mientras Fujimori actuaba como un líder pragmático, centralista y cada vez más autoritario, San Román era un técnico institucionalista que creía en la Constitución.

Sus estilos se repelían.

5 de Abril de 1992: Autogolpe, Quiebre y Presidencia en el Aire

Cuando Fujimori ejecutó el autogolpe del 5 de abril de 1992, disolviendo el Congreso y el Poder Judicial, el orden constitucional quedó destruido.

Pero según la Constitución de 1979:

si el presidente quebraba el orden democrático,
la presidencia vacaba automáticamente,
y el primer vicepresidente debía asumir.

Ese primer vicepresidente era San Román.

️ San Román se convierte en “presidente constitucional”

Pero solo en la teoría.

En la práctica:

no tenía Fuerzas Armadas
no tenía control territorial
no tenía medios
no tenía aparato estatal
no tenía reconocimiento internacional
no tenía apoyo político interno

Era presidente… pero sin país.

️ El “Gobierno Fantasma”: Juramentación Clandestina y Lucha Inútil

El 10 de abril de 1992, 37 congresistas disueltos se reunieron clandestinamente y juramentaron a San Román como Presidente Constitucional del Perú en el Colegio de Abogados de Lima ️.

En los meses siguientes, intentó:

formar un gabinete de emergencia
buscar apoyo internacional
denunciar la dictadura naciente
coordinar con congresistas disueltos
desafiar legalmente al régimen de Fujimori

Pero cada intento chocaba con un muro:
era un presidente sin poder fáctico.

Su “gobierno” existía solo en comunicados, en recortes de prensa y en el pequeño círculo de constitucionalistas que lo reconocían.

El Ocaso: Renuncia y Disolución del Poder Formal

En noviembre de 1992, Fujimori convocó elecciones para un Congreso Constituyente Democrático (CCD), que redactaría la Constitución de 1993.
El juego estaba decidido.

Para poder postular a ese nuevo Congreso, San Román renunció formalmente a la vicepresidencia en enero de 1993.

Su presidencia “legal” había durado nueve meses, pero jamás ejerció una sola atribución ejecutiva.

Era un presidente sin palacio, sin ministros, sin escoltas, sin banda…
solo con las palabras de la Constitución como único escudo.

Legado: El Presidente de Papel

La figura de San Román se mueve entre la tragedia institucional y la resistencia simbólica.

Para sus defensores:

un héroe civil que defendió la Constitución ️
el verdadero presidente durante el quiebre democrático
el único que enfrentó a Fujimori desde la legalidad

Para sus críticos:

un actor decorativo
sin estrategia para enfrentar al régimen
un “presidente fantasma” sin impacto real

Para los constitucionalistas:

un caso de estudio paradigmático
ejemplo de “vacancia automática” en ruptura del orden democrático ️
evidencia de que la ley necesita poder para volverse realidad

Su drama es claro y contundente:
tuvo el cargo, pero no el poder; tuvo la legitimidad, pero no la fuerza; tuvo la Constitución, pero no el Estado.

Y eso lo convirtió en una de las figuras más peculiares —y más olvidadas— del Perú contemporáneo.