La trayectoria de Alan Gabriel Ludwig García Pérez es una de las más intensas, contradictorias y trágicas de toda la política latinoamericana contemporánea. Dos veces presidente del Perú, líder del histórico Partido Aprista y orador excepcional, García encarnó el arquetipo del político brillante cuya grandeza convivió siempre con una peligrosa ambición.
Su vida fue una montaña rusa de euforia, crisis, resurrecciones y un final que marcó para siempre la memoria colectiva del país.
Los Años Formativos: El Heredero del Aprismo
Alan García nació en Lima, el 23 de mayo de 1949, en el seno de una familia profundamente aprista. Su padre, Carlos García Ronceros, militante del partido, pasó años preso por motivos políticos durante la dictadura odriísta, lo que marcó al joven Alan desde la cuna.
Desde adolescente mostró tres rasgos que lo definirían para siempre:
- inteligencia aguda,
- oratoria de impacto visceral,
- una ambición que parecía no tener techo.
Estudió Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde destacó como líder estudiantil. Luego continuó estudios en Madrid y París, integrándose a círculos académicos y políticos europeos que reforzaron su aura de “príncipe intelectual” del aprismo.
Cuando regresó al Perú en los años setenta, ya era visto como el sucesor natural de Haya de la Torre, y dentro del partido lo apodaban “el caballo ganador”.
Primer Gobierno (1985-1990): De la Euforia al Abismo
En 1985, con tan solo 36 años, Alan García llegó a la presidencia como un meteoro político: carismático, popular y visto como la encarnación del cambio.
La Era del Encanto (1985-1987)
Su llegada despertó un entusiasmo nacional pocas veces visto:
- Popularidad inicial por encima del 80%
- Discurso nacionalista, antiimperialista y moralizador
- Políticas económicas heterodoxas: control de precios, subsidios, expansión del gasto
- Choque directo con bancos y organismos internacionales
El país vivió una breve etapa de optimismo. García recorría provincias entre multitudes y hablaba como un líder mesiánico que prometía refundar la nación.
️ El Colapso (1988-1990)
La ilusión no duró.
En 1990, el país estaba sumido en una crisis económica, política y moral. García terminó su mandato con una aprobación mínima y múltiples investigaciones. Se asiló primero en Colombia y luego en Francia.
Su caída fue tan vertiginosa como su ascenso.
Exilio y Regreso: La Sorprendente Resurrección
García pasó casi una década fuera del país, reconstruyendo su imagen intelectual y política. Desde Europa escribió, dio conferencias y trató de limpiar el desastre de su primer mandato.
En el Perú, muchos lo consideraban políticamente muerto.
Pero regresó en el 2001, participó en las elecciones, quedó segundo y volvió a presentarse en 2006 con un discurso moderado. Contra todo pronóstico, ganó.
Su retorno al poder fue una de las hazañas políticas más improbables de la historia democrática latinoamericana.
Segundo Gobierno (2006-2011): El Presidente Moderado y el País en Crecimiento
El Alan García que llegó en 2006 no era el joven impetuoso de los ochenta. Su segundo gobierno fue más técnico, ordenado y alineado con la economía de mercado:
- Crecimiento sostenido del PBI
- Expansión de inversión privada
- Programas sociales de alcance nacional
- Firma del TLC con Estados Unidos
- Ambiente macroeconómico estable
Sin embargo, el periodo también estuvo marcado por conflictos socioambientales, el episodio de Bagua (2009) y varios casos de corrupción que golpearon seriamente su prestigio: Petroaudios, narcoindultos, entre otros.
Su legado en esta etapa quedó dividido entre la estabilidad económica y el cuestionamiento a la ética política de su entorno.
️ El Ocaso: Investigaciones, Aislamiento y Final Trágico
Tras dejar la presidencia, García enfrentó investigaciones cada vez más profundas vinculadas al caso Odebrecht. Fue acusado por presunto lavado de activos y participación en una supuesta red criminal que habría recibido sobornos.
El 17 de abril de 2019, cuando la policía ingresó a su casa para detenerlo, García tomó la decisión más dramática de su vida: se disparó. Murió horas después en un hospital de Lima.
Su suicidio dividió al país entre quienes lo vieron como un acto de honor político y quienes lo interpretaron como una forma de evadir a la justicia.
Un Legado Imposible de Simplificar
Alan García es un personaje imposible de encasillar:
Para sus admiradores:
- El mejor orador peruano del siglo XX
- Un visionario que quiso romper con el FMI
- Un presidente que modernizó el país en su segunda etapa
- Un mártir perseguido por una justicia politizada
Para sus detractores:
- Responsable de la peor crisis económica del país
- Artífice de políticas improvisadas y populistas
- Líder de gobiernos permeados por corrupción
- Un político que evitó afrontar las consecuencias de sus actos
Sus dimensiones históricas:
Reflexión Final
Alan García fue, al mismo tiempo,
el más brillante y el más peligroso,
el más amado y el más repudiado,
el más capaz y el más autodestructivo.
Su vida resume una verdad profunda:
en la política peruana, el talento sin límites suele terminar devorado por su propia ambición.
García prometió transformar el Perú, y terminó transformándose él mismo en un personaje trágico, fascinante, contradictorio:
un hombre que ascendió como héroe, gobernó como mortal y cayó como mito.