🇵🇪 Juan Velasco Alvarado: El Revolucionario de la Fuerza Armada y el «No al Imperialismo» 🚜⚔

Nombre completo: Juan Francisco Velasco Alvarado
Cargo: Presidente de la República Peruana Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada 3 de octubre de 1968 – 29 de agosto de 1975 · Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social · Ejército del Perú
  • Nacimiento:
    16 de junio de 1910 — Distrito de Castilla (Perú)
  • Nacionalidad: Peruana
  • Fallecimiento:
    24 de diciembre de 1977 (67 años) — Lima (Perú)
  • Sepultura: Cementerio El Ángel
  • Ocupación: Político y oficial militar
  • Vicepresidente: Edgardo Mercado Jarrín
  • Predecesor: Fernando Belaúnde Terry
  • Sucesor: Francisco Morales Bermúdez

🧬 Orígenes: un soldado surgido desde abajo

Juan Velasco Alvarado nació en Piura el 16 de junio de 1910, hijo de una familia trabajadora de origen muy humilde. Desde niño realizó oficios como limpiabotas, vendedor y ayudante, lo que moldeó en él una sensibilidad particular frente a la desigualdad social.

Ingresó al Ejército Peruano a los 18 años, primero como soldado raso. Su ascenso se dio casi por completo por méritos propios: disciplina férrea, intuición política y notable capacidad de mando. Su carrera militar reflejó un fenómeno poco habitual en las élites castrenses del Perú de la época: un hombre que llegaba desde abajo al generalato, con el respaldo de oficiales y tropa.

🌋 El contexto de un país al borde del cambio

En los años sesenta, el Perú era una sociedad en tensión estructural:

  • Una oligarquía económica que controlaba tierra, banca e industria.
  • Campesinado sometido bajo sistemas heredados del latifundio.
  • Dependencia extranjera, visible en sectores estratégicos como petróleo y minería.
  • Frustración política por reformas prometidas y nunca ejecutadas.

Este caldo de cultivo generó la percepción dentro de sectores militares —especialmente del llamado “nacionalismo institucional”— de que el país estaba estancado y que la clase dirigente no tenía capacidad para transformarlo.

⚔️ El golpe del 3 de octubre de 1968: ruptura del viejo orden

El detonante final fue el conflicto entre el gobierno de Fernando Belaúnde y la International Petroleum Company (IPC), intensificado por el escándalo de la “Página Once”.

Velasco, entonces Comandante General del Ejército y voz predominante en las Fuerzas Armadas, encabezó un golpe incruento que depuso a Belaúnde.

A diferencia de otros golpes latinoamericanos del período, este no se proclamó transitorio. Se autodefinió como una “revolución nacional”, con un proyecto explícito: transformar la estructura del país desde el Estado.

Así nació el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas (1968–1975).

🛠️ La “Revolución Peruana”: reformas de alcance histórico

🔨 Reforma Agraria (1969)

Piedra angular de su proyecto. Bajo el lema “¡Campesino, el patrón no comerá más de tu pobreza!”, se expropiaron grandes haciendas de la costa y la sierra para conformar cooperativas agrarias. Fue un golpe sin precedentes contra el poder de la aristocracia terrateniente.

🛢️ Nacionalización de los recursos estratégicos

La expropiación de la IPC fue su primer gesto de soberanía económica. Luego siguieron sectores clave: petróleo, minería, energía, pesca y telecomunicaciones. El Estado creó conglomerados como PetroPerú, ElectroPerú y SiderPerú.

🏭 Reforma industrial y “propiedad social”

La Ley General de Industrias promovió modelos de participación obrera. Se creó SINAMOS, organismo encargado de construir una base social organizada que respaldara al régimen.

🎭 Reforma educativa y cultural

Velasco promovió un programa cultural que reivindicaba la identidad andina, reconocía al quechua como lengua oficial e impulsaba una narrativa nacionalista que situaba figuras indígenas —como Túpac Amaru II— en el centro de la memoria republicana.

👁️ Medios de comunicación estatizados

Su gobierno intervino y estatizó importantes diarios y medios con la idea de combatir lo que consideraba un poder oligárquico en la prensa y promover una visión “popular” de la revolución.

🎤 Ideología y estilo político: nacionalismo, antioligarquía y “tercera vía”

El discurso de Velasco combinaba nacionalismo fuerte, justicia social, independencia económica y rechazo al imperialismo.

Su famosa declaración “Ni con la derecha ni con la izquierda, la revolución peruana es una revolución nacionalista” sintetizaba un proyecto que buscaba un camino propio, sin alinearse ni al capitalismo estadounidense ni al comunismo soviético.

Su estilo era directo, severo, paternal. Sin tener carisma de masas tradicional, logró convertirse en símbolo de dignidad nacional para los sectores populares.

📉 Crisis, desgaste y fractura interna (1973–1975)

El modelo comenzó a fracturarse:

  • Endeudamiento creciente.
  • Caída de la producción agrícola e industrial.
  • Problemas de abastecimiento.
  • Desgaste del aparato reformista.
  • Conflictos dentro de las Fuerzas Armadas entre “duros” y “moderados”.

En este ambiente, mientras Velasco enfrentaba graves problemas de salud, el general Francisco Morales Bermúdez encabezó el Tacnazo (29 de agosto de 1975), un golpe interno que desplazó a Velasco y marcó el fin de la “primera fase” revolucionaria.

⚰️ Muerte y memoria

Velasco falleció el 24 de diciembre de 1977 en Lima. Su funeral fue multitudinario: campesinos, obreros y sectores populares lo despidieron como a un líder que intentó —por primera vez desde el Estado— cambiar las estructuras de privilegio del país.

Su figura sigue siendo profundamente divisiva:

Para sus defensores, fue un patriota nacionalista, reformador valiente y arquitecto de la única reforma agraria real del Perú.

Para sus detractores, un dictador autoritario cuyo experimento económico terminó en crisis y debilitó al país.

⭐ Legado histórico: un parteaguas irrepetible

Velasco no fue un dictador clásico ni un reformista convencional. Fue un militar que quiso refundar el Perú desde arriba, apostando por justicia social, soberanía económica y transformación cultural.

Cambió para siempre la estructura de propiedad en el campo, quebró el poder oligárquico tradicional, elevó la identidad indígena a un plano central y abrió una discusión nacional que aún no termina:

¿Quién debe tener el poder en el Perú y cómo debe ejercerse?

Su revolución quedó inconclusa, pero su impacto fue irreversible.